Por Gabriel Boragina ©
En los textos de filosofía y en la mayoría de los autores, realismo e idealismo se muestran como contrarios. Creo que esto obedece mas a razones filosóficas tradicionales (incluso académicas) que a otras y, de alguna manera, hay una suerte de encasillamiento y de manejo de vocabulario que no refleja adecuadamente –a mi juicio- los contenidos filosóficos de cada escuela, lo que lleva a categorías por demás confusas; eso opino que ha ocurrido con lo que me propongo analizar ahora: el tema del realismo y el idealismo o -mejor expresado- con ese supuesto antagonismo entre ambas escuelas.
Por mi parte, planteo adelantar que no pienso que lo contrario al realismo sea el idealismo, sino el irrealismo, (o antirrealismo si se prefiere) no solo por motivos semánticos, sino por hasta lógicos, aquí solo podremos hacer un breve esbozo de los mismos.
Posiblemente, en la controversia entre los filósofos, realmente ambas escuelas –como escuelas- estén enfrentadas, mi propósito aquí, no radica en intentar un entendimiento o conciliación entre ambas escuelas, o en otras palabras, avenir académicamente ambas escuelas. Mi intención es mucho más humilde y pretende tan solo, dar una brevísima opinión, incluso desde fuera de la filosofía, sobre la falta de antagonismo entre los conceptos filosóficos implicados en lo que se acostumbra a designar como realismo e idealismo y solamente esa será la cuestión.
Como en casi todas las disciplinas, tampoco la filosofía posee estructuras rígidas, lo que no quita, desde luego, que muchos filósofos lo sean[1], en efecto, la comparación de los postulados planteados en las filosofías expuestas por filósofos de todos los tiempos, muestran en casi todos los que hemos estudiado, una buena dosis de combinación de elementos que sostienen escuelas de las cuales ellos mismos se consideran antagónicos. Filósofos autodenominados realistas, por ejemplo, tienen un discurso idealista en muchas de sus exposiciones y lo propio ocurre con los idealistas respecto del realismo. La razón estriba, en mi opinión, en lo que me he propuesto examinar en este trabajo: que no existe, en rigor, ningún antagonismo irreconciliable entre el realismo y el idealismo.
Yo adhiero a la tesis de que el realismo incluye todo lo existente, ocurre que, frecuentemente, se considera solamente al realismo materialista y se deja fuera del concepto el realismo espiritualista que bien visto, no es ninguna otra cosa que una forma de idealismo. Ciertamente, creo que hay una suerte de sinonimia entre la realidad y la existencia, y si la sinonimia no es estricta, al menos hay bastante analogía entre ambas, de modo tal, que será frecuente que utilice ambos términos como sinónimos o en forma indistinta.
Por ello, también asimilaré lo inexistente a lo irreal como contrarios a existente y real, y en este último sentido, hablaré –entonces- de irrealismo o antirealismo, independientemente de las significaciones que pudieran darle otros autores a quienes no sigo, desde ya advierto, en orden a esta exposición. La presente se trata de una elaboración propia, basada en conjeturas personales, lo que no quita, sin duda, la influencia que todos poseemos de uno o los muchos autores que hayamos consultado y cuyas ideas nos hayan parecido mas o menos convincentes.
Como dijera otras veces, el ideal o más exactamente, la idea, (incluso ambos, si se consideran eventualmente cosas diferentes) es un elemento de la realidad, y los idealistas se equivocan cuando quieren extraerla o separarla de dicha realidad, porque tal escisión, es contra natura, sin embargo, no parece ser esta la intención de los grandes idealistas de la historia de la filosofía, tales como Berkeley por ejemplo, que aparenta que ha sido mas mal interpretado que lo contrario, ya que mi conclusión de su lectura, en modo alguno puede ser que negara toda realidad, en todo caso, se la negaría a la materia (lo que aun así, me resulta dudoso que estuviera en sus designios semejante cosa) pero ello lo posiciona como un antimaterialista y no como un antirrealista o irrealista, me parece claro que, de momento que aceptaba la realidad de las esencias y de la mente, no puede decirse de él que fuera un antirrealista, como mucho podría decirse que su concepto de la realidad estaba quizás, severamente limitado al mundo de las ideas, lo cual tampoco era exactamente de este modo, porque aceptaba explícitamente la realidad material de otras personas, que además de ser percibidas por nosotros, le resultaba evidente que éramos percibidas por ellas.
Por ello, entiendo que el antagonismo entre realismo e idealismo carece de sentido filosófico y solo se justifica en lo dogmático, que a nuestro modo de ver, no es justificación valedera, tendrá sentido, quizás, como división o separación académica, a los únicos efectos didácticos, para los cursos y las carreras filosóficas o afines a ellas, pero como tantas otras separaciones y divisiones artificiales, enmarañan mas que lo que aclaran, si apresuradamente tendemos a confundirlas con la realidad, esta realidad -precisamente por ser tal- y así como la entendemos, es múltiple, amplia y abarcativa –como dijimos- de todo lo existente y como existente, también abarca e implica a las ideas, por lo que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el realismo es idealista tanto como puede ser materialista al unísono y es a este último, precisamente, al que el idealismo se opone, en cierto modo.
Parece muy forzoso insistir en que las ideas no son reales, como una interpretación literal y a ultranza de los postulados respectivos, realista e idealista, deberían llevar a concluir, extrayendo las últimas consecuencias de sus doctrinas, tan forzoso, como insistir en que la materia no seria real.
Idealismo, realismo, materialismo.
La imaginación y la fantasía forman parte de la realidad, de momento que anidan en nuestras mentes y hasta hemos sido capaces de crear palabras para designarlas, para lo cual, como paso previo, tuvimos que haber sido conscientes de que somos aptos de imaginar y fantasear, ergo, ¿cómo podría afirmarse que la imaginación y la fantasía se oponen en algún modo a la realidad? , verdaderamente resulta contradictorio , aunque usualmente así se lo hace.
Cosa diferente, y como ya estudiamos en otra parte, es la cuestión si los objetos o productos que nuestra imaginación y nuestras fantasías crean (y que insistimos son reales a partir de dicho momento) resultan materializables o no, cuestión en cierto modo, harto compleja de determinar a priori.
Por lo pronto, no cabe la menor duda que excepto la tierra como planeta, todo aquello que llamamos civilización en sentido puramente material, y todo aquello que la historia registra, ha sido primero el producto de una o múltiples ideas, incluso de ideas en su momento consideradas fantasiosas.
El ejemplo más práctico del idealismo realista es el de los inventores de la historia; el inventor al inventar, parte tan solo de ideas, las que por definición, solo pueden anidar en su mente, ideas que plasma en lo material; este pasaje de lo inmaterial de la idea a lo material de ella, es un proceso real, por lo que entiendo que podría llamarse idealismo realista[2]. Tomando con punto de partida la idea, se llega a lo material, el puente que une y abarca lo ideal y lo material es la realidad. Por lo mismo expuesto antes, la expresión idealismo antirrealista carece por completo de significado, de momento que sostenemos que todo idealismo es realista.
Lo que no carece de significado es la expresión idealismo antimaterialista, conforme sostenemos, el idealismo siempre es realista, en tanto el realismo puede ser, ya sea materialista o inmaterialista, por lo que el idealismo también puede ser materialista o inmaterialista. Ejemplo del idealismo materialista es el de un inventor, por modelo, Thomas A. Edison, el inventor concibe la idea y la lleva a la materia, por muestra, la bombilla eléctrica en el caso de Edison o la dinamita en el caso de Nóbel. En el asunto del idealismo antimaterialista, el ideal, la teoría, la idea, se ha concebido, mas aun no se ha materializado, sea porque o no se intentó aun su materialización, o bien porque intentándose, no fue posible la misma[3].
El ejemplo mas claro de esto último es, en mi opinión, el socialismo. Desde su concepción teórica, fue intentado llevarse a la práctica en diferentes grados y matices en casi todas partes del mundo, mas sus postulados cardinales (eliminación de las clases sociales, supresión de la pobreza, riqueza igualitaria para todos, desaparición del estado, e igualdad social absoluta, entre las más importantes y básicas proposiciones de la teoría) nunca fueron materializados, a pesar de los recurrentes esfuerzos en lograrlo.
Parece ser un claro ejemplo de idealismo inmaterialista o antimaterialista, toda vez que su aplicación resiste y resistió -históricamente- todos los intentos de materializarse. Y es costoso, verdaderamente, encontrar otros ejemplos de idealismo antimaterialista.
Ciertamente, es mucho más frecuente hallar ejemplos de idealismo antimaterialista en el campo de las ciencias sociales que en el de las ciencias naturales, posiblemente el cartesianismo sea el responsable de este fenómeno, la ciencia actual tiene una enorme influencia cartesiana y se ha pretendido y se pretende aplicar los logros de las ciencias naturales a las sociales, mas todo parece indicar, dándole la razón a pensadores de la lucidez de Ludwig von Mises, que la metodología de ambas ciencias difieren radicalmente, de donde Mises postula la praxeología como ciencia metodológicamente autónoma y separada de la de las naturales. Este intento misiano, exitoso a mi modo de ver, permite posicionar a la praxeología dentro de la categoría de idealismo (o realismo) materialista.
La praxeología me parece idealista por la carga de subjetivismo que conlleva y su individualismo metodológico por una parte, y materialista, por la otra, en el sentido de que sus teoremas explican satisfactoriamente la realidad circundante, lo que la torna en una de las ciencias mas avanzadas, sino la mas, entre las ciencias sociales. Resumidamente, dentro del realismo-idealista-materialista, encontramos la praxeología. El socialismo, al que aludimos antes, estaría posicionado dentro de un realismo idealista antimaterialista o inmaterialista.
Puede parecer a primera vista irónico que ubiquemos el socialismo dentro de un inmaterialismo o antimaterialismo, de momento que, al menos el marxista, ha reclamado para si el titulo de materialismo dialéctico, pero la ironía no es tal, en tanto se repara que el marxismo es materialismo dialéctico, no simple materialismo y además, en que hemos definido materialismo e inmaterialismo sobre una base puramente empírica, es decir, teniendo en cuenta los intentos de materialización que de las ideas se hayan pretendido en la práctica histórica y presente. En este contexto, el materialismo dialéctico se mueve exclusivamente en el terreno de las ideas, mas probó su inmaterialismo al experimentarse su realización en el mundo. En cualquier caso, a fin de evitar confusiones, el lector deberá tener siempre presente, que no usamos el vocablo materialismo en el mismo sentido en que se lo hace coloquialmente y tampoco en el significado en el que lo hacen los marxistas, sino en el que aquí hemos definido.
Este inmaterialismo -a fin de ser definitivamente claros- significa ausencia de corporización o manifestación de metas y objetivos, se podría utilizar, con las debidas reservas, el termino realización, que personalmente evito para evitar confusiones.
[1] Me apresuro a aclarar que la rigidez intelectual no es patrimonio exclusivo, ni mucho menos, de los filósofos, casi todos los cultores de cualquier disciplina que conozco tienen algo de ella, lo que es lamentable, porque el encasillamiento intelectual, al quitar elasticidad y amplitud de miras al que lo padece, provoca el estancamiento y a la larga, el atraso del conocimiento.
[2] Teniendo en cuenta lo que llevamos expuesto, naturalmente, se trata de una redundancia, pero por el momento resulta útil para poner énfasis en la realidad del idealismo.
[3] Tal como se advierte, hablar de idealismo o realismo aquí resulta claramente indistinto y pueden usarse uno o ambos términos a la vez.