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Realismo e idealismo

Por Gabriel Boragina ©

En los textos de filosofía y en la mayoría de los autores, realismo e idealismo se muestran como contrarios. Creo que esto obedece mas a razones filosóficas tradicionales (incluso académicas) que a otras y, de alguna manera, hay una suerte de encasillamiento y de manejo de vocabulario que no refleja adecuadamente –a mi juicio- los contenidos filosóficos de cada escuela, lo que lleva a categorías por demás confusas; eso opino que ha ocurrido con lo que me propongo analizar ahora: el tema del realismo y el idealismo o -mejor expresado- con ese supuesto antagonismo entre ambas escuelas.

Por mi parte, planteo adelantar que no pienso que lo contrario al realismo sea el idealismo, sino el irrealismo, (o antirrealismo si se prefiere) no solo por motivos semánticos, sino por hasta lógicos, aquí solo podremos hacer un breve esbozo de los mismos.

Posiblemente, en la controversia entre los filósofos, realmente ambas escuelas –como escuelas- estén enfrentadas, mi propósito aquí, no radica en intentar un entendimiento o conciliación entre ambas escuelas, o en otras palabras, avenir académicamente ambas escuelas. Mi intención es mucho más humilde y pretende tan solo, dar una brevísima opinión, incluso desde fuera de la filosofía, sobre la falta de antagonismo entre los conceptos filosóficos implicados en lo que se acostumbra a designar como realismo e idealismo y solamente esa será la cuestión.

Como en casi todas las disciplinas, tampoco la filosofía posee estructuras rígidas, lo que no quita, desde luego, que muchos filósofos lo sean[1], en efecto, la comparación de los postulados planteados en las filosofías expuestas por filósofos de todos los tiempos, muestran en casi todos los que hemos estudiado, una buena dosis de combinación de elementos que sostienen escuelas de las cuales ellos mismos se consideran antagónicos. Filósofos autodenominados realistas, por ejemplo, tienen un discurso idealista en muchas de sus exposiciones y lo propio ocurre con los idealistas respecto del realismo. La razón estriba, en mi opinión, en lo que me he propuesto examinar en este trabajo: que no existe, en rigor, ningún antagonismo irreconciliable entre el realismo y el idealismo.

Yo adhiero a la tesis de que el realismo incluye todo lo existente, ocurre que, frecuentemente, se considera solamente al realismo materialista y se deja fuera del concepto el realismo espiritualista que bien visto, no es ninguna otra cosa que una forma de idealismo. Ciertamente, creo que hay una suerte de sinonimia entre la realidad y la existencia, y si la sinonimia no es estricta, al menos hay bastante analogía entre ambas, de modo tal, que será frecuente que utilice ambos términos como sinónimos o en forma indistinta.

Por ello, también asimilaré lo inexistente a lo irreal como contrarios a existente y real, y en este último sentido, hablaré –entonces- de irrealismo o antirealismo, independientemente de las significaciones que pudieran darle otros autores a quienes no sigo, desde ya advierto, en orden a esta exposición. La presente se trata de una elaboración propia, basada en conjeturas personales, lo que no quita, sin duda, la influencia que todos poseemos de uno o los muchos autores que hayamos consultado y cuyas ideas nos hayan parecido mas o menos convincentes.

Como dijera otras veces, el ideal o más exactamente, la idea, (incluso ambos, si se consideran eventualmente cosas diferentes) es un elemento de la realidad, y los idealistas se equivocan cuando quieren extraerla o separarla de dicha realidad, porque tal escisión, es contra natura, sin embargo, no parece ser esta la intención de los grandes idealistas de la historia de la filosofía, tales como Berkeley por ejemplo, que aparenta que ha sido mas mal interpretado que lo contrario, ya que mi conclusión de su lectura, en modo alguno puede ser que negara toda realidad, en todo caso, se la negaría a la materia (lo que aun así, me resulta dudoso que estuviera en sus designios semejante cosa) pero ello lo posiciona como un antimaterialista y no como un antirrealista o irrealista, me parece claro que, de momento que aceptaba la realidad de las esencias y de la mente, no puede decirse de él que fuera un antirrealista, como mucho podría decirse que su concepto de la realidad estaba quizás, severamente limitado al mundo de las ideas, lo cual tampoco era exactamente de este modo, porque aceptaba explícitamente la realidad material de otras personas, que además de ser percibidas por nosotros, le resultaba evidente que éramos percibidas por ellas.

Por ello, entiendo que el antagonismo entre realismo e idealismo carece de sentido filosófico y solo se justifica en lo dogmático, que a nuestro modo de ver, no es justificación valedera, tendrá sentido, quizás, como división o separación académica, a los únicos efectos didácticos, para los cursos y las carreras filosóficas o afines a ellas, pero como tantas otras separaciones y divisiones artificiales, enmarañan mas que lo que aclaran, si apresuradamente tendemos a confundirlas con la realidad, esta realidad -precisamente por ser tal- y así como la entendemos, es múltiple, amplia y abarcativa –como dijimos- de todo lo existente y como existente, también abarca e implica a las ideas, por lo que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el realismo es idealista tanto como puede ser materialista al unísono y es a este último, precisamente, al que el idealismo se opone, en cierto modo.

Parece muy forzoso insistir en que las ideas no son reales, como una interpretación literal y a ultranza de los postulados respectivos, realista e idealista, deberían llevar a concluir, extrayendo las últimas consecuencias de sus doctrinas, tan forzoso, como insistir en que la materia no seria real.

Idealismo, realismo, materialismo.

La imaginación y la fantasía forman parte de la realidad, de momento que anidan en nuestras mentes y hasta hemos sido capaces de crear palabras para designarlas, para lo cual, como paso previo, tuvimos que haber sido conscientes de que somos aptos de imaginar y fantasear, ergo, ¿cómo podría afirmarse que la imaginación y la fantasía se oponen en algún modo a la realidad? , verdaderamente resulta contradictorio , aunque usualmente así se lo hace.

Cosa diferente, y como ya estudiamos en otra parte, es la cuestión si los objetos o productos que nuestra imaginación y nuestras fantasías crean (y que insistimos son reales a partir de dicho momento) resultan materializables o no, cuestión en cierto modo, harto compleja de determinar a priori.

Por lo pronto, no cabe la menor duda que excepto la tierra como planeta, todo aquello que llamamos civilización en sentido puramente material, y todo aquello que la historia registra, ha sido primero el producto de una o múltiples ideas, incluso de ideas en su momento consideradas fantasiosas.

El ejemplo más práctico del idealismo realista es el de los inventores de la historia; el inventor al inventar, parte tan solo de ideas, las que por definición, solo pueden anidar en su mente, ideas que plasma en lo material; este pasaje de lo inmaterial de la idea a lo material de ella, es un proceso real, por lo que entiendo que podría llamarse idealismo realista[2]. Tomando con punto de partida la idea, se llega a lo material, el puente que une y abarca lo ideal y lo material es la realidad. Por lo mismo expuesto antes, la expresión idealismo antirrealista carece por completo de significado, de momento que sostenemos que todo idealismo es realista.

Lo que no carece de significado es la expresión idealismo antimaterialista, conforme sostenemos, el idealismo siempre es realista, en tanto el realismo puede ser, ya sea materialista o inmaterialista, por lo que el idealismo también puede ser materialista o inmaterialista. Ejemplo del idealismo materialista es el de un inventor, por modelo, Thomas A. Edison, el inventor concibe la idea y la lleva a la materia, por muestra, la bombilla eléctrica en el caso de Edison o la dinamita en el caso de Nóbel. En el asunto del idealismo antimaterialista, el ideal, la teoría, la idea, se ha concebido, mas aun no se ha materializado, sea porque o no se intentó aun su materialización, o bien porque intentándose, no fue posible la misma[3].

El ejemplo mas claro de esto último es, en mi opinión, el socialismo. Desde su concepción teórica, fue intentado llevarse a la práctica en diferentes grados y matices en casi todas partes del mundo, mas sus postulados cardinales (eliminación de las clases sociales, supresión de la pobreza, riqueza igualitaria para todos, desaparición del estado, e igualdad social absoluta, entre las más importantes y básicas proposiciones de la teoría) nunca fueron materializados, a pesar de los recurrentes esfuerzos en lograrlo.

Parece ser un claro ejemplo de idealismo inmaterialista o antimaterialista, toda vez que su aplicación resiste y resistió -históricamente- todos los intentos de materializarse. Y es costoso, verdaderamente, encontrar otros ejemplos de idealismo antimaterialista.

Ciertamente, es mucho más frecuente hallar ejemplos de idealismo antimaterialista en el campo de las ciencias sociales que en el de las ciencias naturales, posiblemente el cartesianismo sea el responsable de este fenómeno, la ciencia actual tiene una enorme influencia cartesiana y se ha pretendido y se pretende aplicar los logros de las ciencias naturales a las sociales, mas todo parece indicar, dándole la razón a pensadores de la lucidez de Ludwig von Mises, que la metodología de ambas ciencias difieren radicalmente, de donde Mises postula la praxeología como ciencia metodológicamente autónoma y separada de la de las naturales. Este intento misiano, exitoso a mi modo de ver, permite posicionar a la praxeología dentro de la categoría de idealismo (o realismo) materialista.

La praxeología me parece idealista por la carga de subjetivismo que conlleva y su individualismo metodológico por una parte, y materialista, por la otra, en el sentido de que sus teoremas explican satisfactoriamente la realidad circundante, lo que la torna en una de las ciencias mas avanzadas, sino la mas, entre las ciencias sociales. Resumidamente, dentro del realismo-idealista-materialista, encontramos la praxeología. El socialismo, al que aludimos antes, estaría posicionado dentro de un realismo idealista antimaterialista o inmaterialista.

Puede parecer a primera vista irónico que ubiquemos el socialismo dentro de un inmaterialismo o antimaterialismo, de momento que, al menos el marxista, ha reclamado para si el titulo de materialismo dialéctico, pero la ironía no es tal, en tanto se repara que el marxismo es materialismo dialéctico, no simple materialismo y además, en que hemos definido materialismo e inmaterialismo sobre una base puramente empírica, es decir, teniendo en cuenta los intentos de materialización que de las ideas se hayan pretendido en la práctica histórica y presente. En este contexto, el materialismo dialéctico se mueve exclusivamente en el terreno de las ideas, mas probó su inmaterialismo al experimentarse su realización en el mundo. En cualquier caso, a fin de evitar confusiones, el lector deberá tener siempre presente, que no usamos el vocablo materialismo en el mismo sentido en que se lo hace coloquialmente y tampoco en el significado en el que lo hacen los marxistas, sino en el que aquí hemos definido.

Este inmaterialismo -a fin de ser definitivamente claros- significa ausencia de corporización o manifestación de metas y objetivos, se podría utilizar, con las debidas reservas, el termino realización, que personalmente evito para evitar confusiones.



[1] Me apresuro a aclarar que la rigidez intelectual no es patrimonio exclusivo, ni mucho menos, de los filósofos, casi todos los cultores de cualquier disciplina que conozco tienen algo de ella, lo que es lamentable, porque el encasillamiento intelectual, al quitar elasticidad y amplitud de miras al que lo padece, provoca el estancamiento y a la larga, el atraso del conocimiento.

[2] Teniendo en cuenta lo que llevamos expuesto, naturalmente, se trata de una redundancia, pero por el momento resulta útil para poner énfasis en la realidad del idealismo.

[3] Tal como se advierte, hablar de idealismo o realismo aquí resulta claramente indistinto y pueden usarse uno o ambos términos a la vez.

Materialismo y realismo

Por Gabriel Boragina ©

Introducción

He advertido con frecuencia, incluso entre los filósofos, la tendencia a confundir materialismo y realismo como si de la misma cosa se trataran.

Para entender a que vamos a referirnos seguidamente, convendrá que precisemos un poco la terminología y digamos que consideraremos por materialismo y por realismo. La definición de materialismo que utilizaremos será la siguiente:

El Materialismo es una doctrina según la cual todo lo que existe no está determinado y se explica por algo superior y previo a lo experimentable y aprehendible empíricamente (Dios, espíritu, inteligencia del mundo, ideas), sino que está determinado en su ser sólo por algo material y en su comportamiento sólo por la causalidad eficiente[1].

En tanto que por realismo entenderemos:

En la filosofía moderna, el término realismo se aplica a la doctrina que manifiesta que los objetos comunes percibidos por los sentidos, como mesas y sillas, tienen una existencia independiente del propio ser percibido. En este sentido, es contrario al idealismo de filósofos como George Berkeley o Immanuel Kant. En su forma extrema, llamado a veces realismo ingenuo, se piensa que las cosas percibidas por los sentidos son en rigor lo que parecen ser. En versiones más complejas, a veces denominadas como realismo crítico, se da alguna explicación de la relación entre el objeto y el observador que tiene en cuenta la posibilidad de que tengan lugar ilusiones, alucinaciones y otros errores de la percepción. [2]

Sin embargo nos parece sumamente relevante la aclaración que más adelante se hace en este mismo artículo trascripto y que aquí reproducimos:

El término realismo es mal interpretado con facilidad en su aplicación a la filosofía. No significa ni defensa de un mundo natural, ni oposición al idealismo (el opuesto de éste sería, en todo caso, el empirismo), ni siquiera está ligado de forma directa o explícita con la verdad. Las tesis fundamentales de todo realismo se pueden enunciar como sigue:

- el objeto de conocimiento es independiente del sujeto de conocimiento,

- en lo fundamental, el conocimiento del objeto no es diferente del objeto.

La razón por la que el término realismo se aplica a corrientes filosóficas muy diferentes entre sí es la naturaleza del objeto. Puede ser material, pero también un objeto espiritual, una creación matemática, una idea, una teoría científica etc.[3]

Creo que esta ultima salvedad (no hecha por nosotros) demarca a la perfección la barrera que existe entre el materialismo y el realismo, o, en otras palabras, ser realista no implica necesariamente ser materialista; aquí la palabra necesariamente es muy importante, porque aunque no lo implique tampoco necesariamente lo excluye y, en este sentido, es explícito el último párrafo de la definición, donde, en otras palabras, se nos sugiere que es posible, tanto un realismo materialista como otro idealista o -mas exactamente- inmaterialista.

Posiblemente Popper aceptaría esta clasificación como aplicable a su filosofía, ya que insiste en el realismo, a la vez que su teoría de los tres mundos contiene elementos inmaterialistas (en especial los del mundo dos y mundo tres) y en este ultimo sentido, participamos de su tesis trialista.

Pero nosotros aquí iremos mas allá de la definición de la enciclopedia y afirmaremos que el empirismo también puede caer tanto dentro del materialismo como del idealismo, es que es muy complejo encontrar, cuando se lee a los filósofos, coherencia absoluta con la integridad de sus postulados, Hume por ejemplo, por citar solo en caso rápido ahora, tiene en sus escritos elementos idealistas, incluso no se atreve a afirmar con certeza la existencia real de los cuerpos, estas afirmaciones suyas tienen un claro componente idealista, y su teoría de las percepciones puede interpretarse tanto desde una óptica idealista como materialista. A su vez, aparece como inconsistente su rechazo a la metafísica.

En la misma línea, Berkeley y Locke también tienen elementos materialistas, quizás mas claro en el caso de Locke que cree en sustancias materiales y menos en Berkeley que parece negar toda sustancia material. El mismo Platón, en la misma enciclopedia y mismo artículo, es llamado realista, en tanto otros autores, en sus obras, lo categorizan como idealista (por ejemplo, Popper)

Es decir, la cuestión se complica si tenemos en cuenta lo que dicen los filósofos de sí mismos, de sus teorías y doctrinas, y lo que exponen de ellos sus seguidores por un lado, y sus críticos por el otro, sea que atendamos a unos o a otros, nos llevaremos la sorpresa de que un mismo autor se encuentra encasillado y "etiquetado" con diferentes rótulos, según sea el propio autor, un crítico o un seguidor que lo comenten.

Puesto que los filósofos se toman la libertad (a veces en exceso para mi gusto) de mezclar tantas cosas diferentes, creo que podemos adjudicarnos la licencia de tratar de interpretar sus pensamientos conforme a las tendencias que marcan en sus escritos y a su vez, hacer nuestras propias interpretaciones originales (o aproximadamente originales).

Realismo, subjetivismo, relativismo.

Para nosotros, realismo es todo lo que existe y -como ya anticipamos- esto comprende tanto lo material como lo inmaterial, el realismo puede ser materialista o inmaterialista, el mundo de las ideas (lo que en Popper podría estar comprendido entre los mundos dos y tres) forma parte de la realidad, el materialismo ocupa un lugar muy pequeño y subordinado dentro del realismo.

Pero –y aquí, quizás, tenga una diferencia importante con Popper- el realismo no excluye ni al subjetivismo ni al relativismo, es que el realismo puede llevarse a la máxima dimensión y decir que él todo lo comprende, todo lo abarca, sin embargo la identificación de lo real con lo material es tan fuerte que hasta en el vulgo se la da por sentada, y como dejamos dicho, posiblemente Popper no admitiría esta extensión del realismo a limites tales que incluya al subjetivismo y al relativismo.

En otra parte definí lo objetivo como todo aquello que está fuera de mi y -en la misma línea- esto incluye lo material y lo inmaterial, de todo lo que me rodea diré que a mi respecto es objetivo, lo subjetivo es una actitud, una visión, una forma de ver al mundo, una forma de pensarlo y allí se agota la subjetividad para dar lugar a la objetividad, pero existe interacción e interrelación constante entre lo objetivo y subjetivo o, en otras palabras, entre el mundo externo y cada uno de nosotros.

Ahora bien, lo objetivo no marca un criterio de verdad ni es tampoco -ni mucho menos-, sinónimo de ella; algo bien puede ser objetivo y falso, pongamos un ejemplo, una teoría como la geocentrista es -respecto de mí- objetiva, toda vez que yo no la creé, ni la pensé, no es de mi producción intelectual, ergo, como esta fuera de mí, es objetiva respecto de mí, sin embargo, es falsa como teoría, porque fue desmentida por la teoría heliocéntrica (que también es objetiva a mi respecto) que se ha demostrado como verdadera.

Con todo, es frecuente en la conversación cotidiana, desconocer e ignorar todas estas distinciones y reducir todos estos significados a uno solo: lo material; lo que nos autoriza a afirmar en forma categórica que vivimos en una sociedad materialista, en sentido amplio. No obstante, nada quita que podamos tener una visión del mundo realista, objetiva, subjetiva, relativa y espiritual al unísono sin que caigamos ni en una sola contradicción, si es que hemos seguido atentamente las explicaciones que hemos dado.

Objetivo y subjetivo

Y también hay lugar para el idealismo dentro de mis tesis. El problema consiste -a mi entender- en que gran número de personas confunden lo objetivo con lo subjetivo y es aquí donde se generan muchos problemas, entre los la intolerancia la falta de respeto hacia otros y un sin fin de problemas de convivencia entre las personas. De modo tal que estas no son cuestiones volátiles lo filosófico tiene especial trascendencia en el mundo e lo cotidiano, como tan bien lo hiciera manifiesto mi amigo y tocayo el filósofo Gabriel Zanotti.

Invariablemente dos de cada tres personas que conozco creen firmemente tener el monopolio de la objetividad y haber definido, de una vez y para siempre, como son las cosas y en ultima instancia, el mundo mismo y la vida que en él se desarrolla, naturalmente yo en estas actitudes solo veo soberbia, pedantería, petulancia y arrogancia (y me reservo muchas otras calificaciones a ellas) porque estoy convencido de que no podemos definir desde nosotros dictándole a los demás que es lo objetivo, que a veces, con muchísima ligereza, llamaos "realidad".

Cierta vez pasé caminando rápidamente por al lado de dos personas que, hablando fuertemente, una le decía a la otra (evidentemente refiriéndose a una tercera persona ausente): "...es que fulano no quiere ver la realidad...". No pude evitar pensar en la soberbia de la persona que hablaba; me pareció y me sigue pareciendo sumamente pedante tratar de imponer -aun así sea indirectamente- nuestros criterios de realidad a otros. Decididamente, la realidad difiere de sujeto a sujeto, porque como queda expresado, ni la realidad ni la objetividad implican ni demarcan criterios de verdad ni define la verdad.

Solamente en broma podemos decir de un tercero que "no reconoce la realidad”; si queremos hablar en serio, nada podemos afirmar de otros, ya que poco (o nada) conocemos de los demás por mucho trato social que hayamos tenido durante mucho tiempo.

Como expuse en otro sitio, lo más sensato que puede predicarse respecto de la realidad es que ella abarca a todo lo existente, sea materia o espíritu, pero no podemos seguir confundiendo la realidad con la verdad, porque a raíz de esta ilegítima mezcla se han dado muchos despotismos y tiranías en la historia, ya que como vimos, hasta en una conversación aparentemente inocente, entre dos personas de la calle comunes y corrientes, una trataba de definir la "realidad" por y para otra, que para peor, ni siquiera estaba presente en la charla.

Solo en un sentido figurativo o meramente metafórico podemos en la conversación cotidiana hablar de la "realidad" en un significado genérico, pero cuando estamos en otros ámbitos, como los académicos, no podemos permitirnos dichas licencias y en ultima instancia tampoco sería aconsejable en esferas no cultas hacer uso impreciso de los vocablos, recordemos que cada uno, a su modo, en lo suyo, es una suerte de educador, y lo sepa o no, lo quiera o no, está dando un ejemplo, bueno o malo a otro u otros, de allí que siempre habría que tener cuidado con lo que se dice y como se lo dice.

Materialismo

El materialismo, como dijimos, forma parte del realismo, esta dentro de él, pero yo creo que el materialismo no es mas que realismo ingenuo, que se ha definido como aquel donde "...se piensa que las cosas percibidas por los sentidos son en rigor lo que parecen ser. "

Se nos figura encontrar una abrumadora semejanza entre el realismo ingenuo "donde las cosas son lo que parecen ser" y el empirismo, sobre todo el de Locke y Hume, que tanto insiste en que todo conocimiento proviene exclusivamente de la información que recogen nuestros sentidos, si a esto le agregamos el rechazo de Hume a toda metafísica, quizás sea este un antecedente importante –entre los muchos- del materialismo. Recordemos que Hume reduce todos los fenómenos psíquicos a percepciones, las que a su vez, solo pueden ser captadas por los sentidos y solo a partir de allí serán, posteriormente, elaboradas por la imaginación y por la memoria.

Hay una suerte de reduccionismo biologista en Hume, aunque también lo encontramos en un autor tan diferente como Descartes.; e incluso hasta en Popper[4], cuando analiza el problema de la dualidad cuerpo-mente, sus conclusiones relacionadas con el centro del habla donde se localizaría –según él- el "yo" humano, tienen, en mi opinión, indudables connotaciones biologistas.

El materialismo es, a no dudarlo, la filosofía del hombre corriente, y aun del sedicente hombre ilustrado, ser materialista tiene la enorme ventaja de su simplicidad (filosóficamente, su ingenuidad), no representa ningún esfuerzo creer que las cosas son lo que parecen ser, es algo cómodo, ya que elimina todo sudor mental por ir mas allá, por descubrir las esencias de las cosas, de los objetos, de las personas o de la situaciones, la gran popularidad de los programas televisivos y periodísticos, es que muestran las cosas con extrema sencillez en su pura faz exterior, no hace falta para el lector, el televidente, el oyente, el espectador, ninguna elaboración propia, por cuanto ya la ha hecho el periodista, analista u opinólogo por él, y el televidente, lector u oyente no tiene mas que aceptar lo que el periodista le ofrece en bandeja, ya elaborado, ingerido y digerido por el informador.

El materialismo es simple y por eso su enorme atractivo y popularidad para el hombre común, de la calle, ya que no hay necesidad de explicar nada, ni de investigar nada en los hechos, cosas, personas o situaciones.

De allí, que –por esto y mucho mas- el mundo actual sea materialista, actitud del hombre común, a la que ha contribuido en buena medida la propia ciencia moderna, que siguiendo los lineamientos cartesianos está imbuida de un materialismo rígido, de tipo absoluto.

Esto explica, también, el auge del materialismo dialéctico marxista en el ámbito mundial, consecuencia de todo lo anterior.



[1] MÜLLER, Max y HALDER, Alois. Breve Diccionario de Filosofía. Barcelona : Herder, 1986. p. 290.

[2] Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Realismo_filosófico"

[3] véase la nota anterior.

[4] Véase sobre todo su libro "El yo y su cerebro" escrito en colaboración con John Eccles.

Critica al inductivismo

Por Gabriel Boragina ©

Repasando algunas ideas de Karl R. Popper, creo importante rescatar la enorme importancia de su aporte en la profunda y medular crítica al inductivismo hecha en casi todas sus obras. Esta significación radica en que –a mi juicio- su reproche conmueve los cimientos mismos de la ciencia y tiene consecuencias, incluso, en nuestra vida diaria; en efecto, si nos analizamos, nos sorprenderá constatar que buena parte de nuestro pensar, de nuestro razonar y actuar, procede de una actitud inductivista.

Inspirado en sus conceptos, haré aquí una breve descripción de mi opinión sobre el inductivismo, que posiblemente, difiera en todo o en parte con la critica de Popper.

Mas adelante haré algunos breves comentarios sobre el pensamiento de Popper, en especial sobre su realismo y su objetivismo del que tengo algunas reservas.

1. Inductivismo

El inductivismo es una forma de autoengaño, que funcionaría mas o menos bajo el siguiente esquema: creo partir de un caso particular y llegar a conclusiones generales, sin embargo, no puedo considerar ningún caso particular sin tener una idea previa acerca del mismo, es decir, un concepto, y toda idea, en si misma, no es mas que una hipótesis; en otras palabras siempre que nos enfrentamos con un caso particular, lo hacemos bajo la luz de una hipótesis previa, lo que equivale tanto como a decir que, en toda situación, aplicamos un razonamiento hipotético deductivo, y nos engañamos cuando creemos (y decimos) que razonamos inductivamente.

Me parece importante aclarar que una cosa son nuestras ideas y otra es lo que pensamos acerca de nuestras ideas, es decir: la idea que tenemos de nuestras ideas, es raro que creamos en nuestras ideas o que las veamos como meras hipótesis; he observado que la mayoría de la gente trata sus ideas sobre casi todas las cosas, no como verdaderas hipótesis, sino como si fueran axiomas. Para afirmar esto, tomo como base la definición que de hipótesis nos da la RAE, a saber:

hipótesis. (Del lat. hypothĕsis, y este del gr. ὑπόθεσις). 1. f. Suposición de algo posible o imposible para sacar de ello una consecuencia.~ de trabajo.1. f. La que se establece provisionalmente como base de una investigación que puede confirmar o negar la validez de aquella. Real Academia Española © Todos los derechos reservados.

Según observo en la gente, corrientemente, extraen en el discurso consecuencias de premisas que no se toman como suposiciones, sino como certezas indubitables, es decir, como axiomas.

Veamos que la propia oración "caso particular" implica, en si misma, al menos dos ideas previas, la de "caso" una y la de "particular" la otra. Si no tuviéramos ningunas de estas dos ideas in mente, ni siquiera podríamos darnos cuenta de cuando estamos frente a un verdadero caso particular y cuando no lo estaríamos.

2. ¿Una o muchas?

Es un error creer que tenemos una sola idea de cada cosa, persona o asunto; no somos completamente sinceros con nosotros mismos cuando ligera -pero frecuentemente- afírmanos "sobre este tema mi idea es la siguiente" en realidad, sobre cada tema tenemos múltiples ideas y cuando creemos razonar inductivamente, en realidad aplicamos al caso que analizamos todo un bagaje de ideas previas que ya estaban en nuestra mente, sea en el plano consciente o inconsciente; cada idea que creemos tener, esta a su vez formada por múltiples ideas o sub ideas; ya Hume (cuyo pensamiento no seguimos fielmente) habló en su tiempo de ideas simples y complejas y en esto creo que la asiste razón; en realidad, nuestras ideas de las cosas son una síntesis de ideas previas. Conjeturo en una estructura de ideas, nuestras primeras ideas que se forman en la niñez podemos llamarlas primarias, son ideas muy simples, muy sencillas, elementales, a medida que vamos creciendo y aprendiendo, vamos agregando a esas ideas otras, un tanto más complejas, que siempre tienen elementos o rudimentos de nuestras ideas primarias, y así sucesivamente; a medida que avanza nuestra experiencia la complejidad de nuestras ideas -normalmente- va en aumento.

Como de lo anterior hacemos un hábito, habitualmente perdemos conciencia que cuando analizamos un caso no partimos de nuestra mente en blanco, sino que abordamos el tema con un gran bagaje de conceptos previos acerca del asunto en conjunto, o de sus elementos por separado; ergo, no es cierto que razonemos inductivamente, porque si así fuese, ello estuviese implicando que, cuando nos enfrentamos a una cuestión, lo hacemos sin ninguna idea in mente, y pretendemos afirmar que a partir del suceso nos empiezan a surgir ideas acerca del mismo; aseverar esto, equivale tanto como a decir que nuestra mente esta vacía antes del caso o situación, y que es una situación, cosa o persona determinada que de improviso irrumpe en nosotros, lo que nos hace generar ideas acerca de dicha situación, cosa o persona. Lo que, a mi modo de ver, no es correcto ni verdadero.

Esto sugiere fuertemente, que podría haber estado en lo cierto Descartes (y otros autores) cuando habló de ideas innatas, pero esta sugerencia no puede tener un grado de certeza que permita afirmarlo de manera concluyente; sea que adoptemos una actitud empirista o racionalista en relación con este tema, entiendo que ninguna de ellas puede hacernos decir que el inductivismo sea verdadero; sé que tanto el racionalismo como algunas variantes del empirismo son inductivistas, pero en el punto, me refiero, en forma concreta, al origen de las ideas y no al cuerpo total de ambas filosofías; por ello, afirmo que desde este punto de vista (origen de las ideas) ni uno ni otro deben –necesariamente- desembocar en el inductivismo.

3. Verdad

Naturalmente, que el hecho de que, en realidad, razonemos deductivamente y no inductivamente como podemos llegar a creer, no nos conduce de forma directa (ni siquiera aproximada) a la conclusión de que el resultado de nuestro razonamiento sea correcto, ni mucho menos verdadero. Nuestra cadena de razonamientos puede ser errónea y por ende, conducirnos a error en nuestras conclusiones.

La cuestión es que, como dijimos antes, cuando encaramos cualquier problema particular, a priori le aplicamos teorías que ya tenemos en el pensamiento, esas teorías, por regla general, salvo en personas de mente amplia, son bastante estrechas, y en su mayor parte, están compuestas de prejuicios y estereotipos (en rigor, opinamos que un conjunto de prejuicios forman un estereotipo, pero a nuestros efectos, no tiene demasiada importancia distinguir o asimilar unos y otros). La mayoría de las veces no somos plenamente conscientes que estamos manejando verdaderas teorías, y en el lenguaje coloquial cuando tenemos que referirnos a ellas, las llamamos convicciones, ideas, creencias, principios, etc. incluso en alguno que otro caso, solemos aludir a ellas como teorías.

Los errores que cometemos al razonar no vienen dados, entonces, porque lo hagamos inductivamente, ya que como hemos visto, aunque creamos que razonamos de dicho modo, en realidad lo hacemos del contrario, es decir, deductivamente, y erramos, porque nuestras hipótesis o puntos de partida son erróneos y generalmente nos negamos a considerar otros diferentes, esto forma parte de una tendencia psicológica que nos hace creer, prejuiciosamente, que lo que creemos es, a priori, correcto y que llegamos a creerlo, porque era exacto desde un comienzo, y por tal motivo, lo aceptamos como cabal; esta convicción, dificulta enormemente la plasticidad y flexibilidad necesaria para aceptar otros puntos de vista alternativos al nuestro, como probablemente ciertos, por ello se observa, en muchas personas, especialmente aquellas cuya soberbia, arrogancia y pedantería los desborda, una barrera infranqueable a considerar siquiera opiniones disyuntivas a las suyas.

A mi modo de ver, entre muchos otros, F. A. Hayek desarrolla una tesis muy similar a esta, en su libro "La fatal arrogancia" que lleva por sugestivo subtitulo: o los errores del socialismo y –por otros caminos- se entronca con lo que explica Popper cuando analiza los casos del marxismo, el psicoanálisis freudiano y la psicología de Adler. En términos popperianos, se tratan de doctrinas cerradas que se consideran a sí mismas completas y ajenas a toda critica y menos aun pasibles de autocrítica, en el caso peculiar del marxismo, que es el que por mis estudios conozco mas de cerca que otros, aquellos que contra el dogma se atrevieron a hacer autocrítica del marxismo dejaron de ser marxistas, no conozco realmente casos de marxistas que luego de una profunda autocrítica del dogma hayan seguido en sus filas. Cuando hablo de autocrítica, me refiero a cuestionar los cimientos de un sistema y no, a lo que en la mayoría de los casos, no es mas que un efecto cosmetológico. He leído y escuchado algunas autodenominadas "autocríticas" marxistas que no eran tales, sino que en rigor, no se trataban mas que de recomendaciones para mejorar un poco la cosmética del dogma, o en términos más gráficos: podar algunas hojas de las ramas mas alejadas del tronco, pero nunca rever a fondo las raíces del árbol.

4. Popper

Si bien Popper aparece descripto como un fervoroso objetivista yo creo que hay una buena dosis de subjetivismo en sus tesis y esto es inevitable, tanto en Popper como en todos nosotros, en razón de lo que aquí llevamos dicho; si al analizar una cuestión o suceso particular lo hacemos bajo el foco de nuestros prejuicios o ideas preconcebidas, parece casi inevitable que las conclusiones a las que llegamos muchas personas sobre un mismo asunto, sean indefectiblemente diferentes; en efecto, partiendo de conceptos disímiles los resultados solo por casualidad podrían llegar a ser coincidentes. Por el momento, creo que no hay escapatoria ni filosófica ni psicológica al subjetivismo.

Refuerza lo dicho, que también hay una fuerte dosis de relativismo en Popper (aunque él reniega abiertamente del relativismo), ya que no queda muy claro en su doctrina, como podemos saber que una teoría es falsa si a su vez, nos dice que nos es imposible conocer la verdad, excepto aproximadamente, para lo cual introdujo las nociones de corroboración y verosimilitud. Resulta extraño -o al menos curioso- que consigamos saber que es "lo falso" sin poder saber que es "lo verdadero", de allí que, sabiéndolo o no, creo que Popper cae en una suerte de relativismo, a pesar de que expresamente rechaza toda posición relativista. Si no logramos conocer la verdad, tampoco tenemos posibilidad de conocer la falsedad porque no habría con que contrastarla para poder identificar una y otra.

Tampoco me parece acertada la critica del Opus Dei[1], en cuanto dice (en referencia a Popper):

Es más sencillo admitir que se da en el hombre un margen de conocimientos verdaderos, que convienen a su dignidad racional. Sobre cualquier verdad es posible discutir, porque siempre contendrá aspectos en los que cabe profundizar, pero al mismo tiempo el hombre puede llegar a conocer inconmoviblemente algunas verdades fundamentales, con las que puede guiar su vida en los aspectos más importantes.[2]

No sé si el crítico es relativista pero el párrafo trascripto rezuma relativismo puro: algunas verdades fundamentales implicaría que habría otras verdades no-fundamentales (algunas o muchas) con lo que el critico (J.J.S.[3]) cae en un relativismo similar (aunque de distinto grado) del que acusa a Popper. En cualquier caso, parecería que el critico –a diferencia de Popper- si ha llegado y alcanzado el conocimiento de la verdad, en tanto Popper aparece como mas humilde, al sugerir que la verdad absoluta no puede obtenerse.

Es decir, si bien el misterioso J.J.S. posiblemente esté creyendo estar afirmando una verdad evidente por si misma, en realidad, ha formulado un enunciado relativista. En lo único que parece coincidir con Popper (sin que posiblemente se de cuenta) es en que Popper también hace aserciones relativistas creyendo que no lo son.

Yo creo que no hay salida al relativismo, y observo que tanto Popper como sus críticos –aun abominando de todo relativismo- caen en él. Presumo que la única escapatoria válida del relativismo es la afirmación lisa, llana y contundente acerca de la existencia de una verdad única y absoluta; de momento que si se admite mas de una verdad –y para peor, se les califica de "fundamentales" implicando la existencia de grados entre diferentes tipos de verdades- eso para mí es claramente relativismo.

Aun así Popper, lleva ventaja sobre sus críticos, ya que el cuerpo total de sus tesis es mucho más coherente que las objeciones que ha recibido, si bien, algunas criticas son acertadas, aunque tan inconsistentes como lo que pretenden criticar.

5. Observación

Por lo demás, resulta falso que de la mera observación se deduzca nada, la observación sin mas, sin análisis mental con que conceptualizamos el fenómeno observado, no produce deducción de ningún tipo. No es la observación la que genera deducciones, sino que es la conjugación entre la observación y la reflexión de donde se derivan las inferencias. Como dijimos antes, juegan un papel fundamental las ideas previas que ya poseemos sobre el fenómeno analizado o bien sobre los elementos o accidentes que lo integran. Es de este conjunto de donde se derivan las consecuencias y no de una simple y sencilla observación; la observación como acto aislado y carente de contenidos mentales, no conduce a nada, a ninguna conclusión, ni siquiera produce ningún fenómeno mental si antes no tenemos en la cabeza conceptos, aunque sean muy sencillos y elementales.

Lo dicho, sin embargo, deja a salvo el planteo de Hume que no parece para nada descabellado, y que -creo- que debe tomarse con mucha seriedad en las discusiones filosóficas en general, lo que hasta aquí he dicho, entiendo que resulta aplicable, ya sea que se parta de un supuesto filosófico empirista o bien, racionalista.

Lo criticable quizás del empirismo, sobre todo en Hume, es dejar de lado el factor racional, factor este que estimamos muy importante; la filosofía empirista casi transforma al hombre nada mas que una mera suma de percepciones, y en este sentido, nos apartamos del empirismo y nos sumamos al racionalismo cartesiano, del que rescatamos la duda metódica.



[1] Me refiero a una recensión que aparece en el sitio de la nota siguiente y que solo figura firmada por las iniciales J.J.S. el sitio parece ser del Opus Dei.

[2] Fuente : http://www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/popper_pos.htm

[3] Ver notas precedentes. Podría ser Sanguinetti, pero no lo puedo afirmar concluyentemente.